El otro día saque una vez mas del armario, mi chupa de cuero negro. Un año mas esta ahí cuando llega el frío, siempre esperándome, elegante y sencilla. Y es que ya son muchos inviernos los que me ha acompañado.
Recordando desde cuando la tenia, me acorde precisamente de que fue lo primero que me compre con mi primer sueldo como programador, allá por el 2001, en un Sprinfield o Pull&Bear -no recuerdo- de Barcelona. No ha llovido ni ná desde aquella tarde de primeros de diciembre… 12.000 pesetas recuerdo que me costo, y la verdad, no puedo mas que sonreír con nostalgia al recordar esa cifra y esa moneda…
Muchos pensaran que ya es hora de jubilarla, que se habrá pasado de moda… una cosa que dura 11 años no puede seguir siendo buena o se ha tenido que quedar vieja. Hay que tirarla, cambiarla, y comprar otra nueva.
Pero ni se ha pasado de moda, ni esta vieja. Eso si, tiene 11 años y para mi, un valor añadido de nostalgia o historia personal, como queráis llamarlo.
En el mundo en el que vivimos ahora, en el cual se adquiere el ultimo supermodelo de iphone hoy, y queda obsoleto a los 6 meses, pues se lanzara el modelo “plus plus”, hemos extrapolado a su máxima expresión la “obsolescencia y renovación” de las cosas materiales, hasta el punto de que algo sea descartable solo por el simple hecho de que llevas mucho tiempo viéndolo en tu posesión. Absurdo, pero cierto.
Algunos me tildaran de loco, lo sé.
Yo seguiré poniéndome mi chupa de cuero negro.
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